martes, 30 de marzo de 2010

Luna llena de Marzo



Esta luna no estoy muy animada y no tengo ganas de escribir.

Sólo quiero decirte, que como siempre, papá y yo encenderemos esta noche nuestra vela, soñando contigo, pidiéndole a la luna que nos acerque, que este tiempo que estamos separados pase deprisa y que sientas nuestro amor allí donde estés.

No te olvido, golondrina, aunque tenga mil cosas en la cabeza y a veces esté triste. Te espero siempre.

jueves, 25 de marzo de 2010

Julieta

Me faltas muchísimo.
Hoy hace una semana que te fuiste. El jueves pasado te di el desayuno y luego saliste, como siempre, a tomar el sol.

Ya no te vi más. Yo tenía que salir, hice muchas cosas ese día, y solo te eché de menos por la noche. Tuve la puerta abierta hasta la madrugada, y miraba continuamente por si te veía llegar.

Te he buscado y te he llamado por cada rincón de la casa, por cada rincón del jardín. Debajo de cada árbol. Después he salido a buscarte a la calle. He mirado en los contenedores de basura, con el alma en un hilo, imaginando que te encontraba cada vez que abría uno. He preguntado por ti. He salido al campo llamándote.

Sé que no te has ido de juerga. En los últimos tiempos no estabas tú para irte por ahí a pendonear. Has estado enferma este último año, y aunque mejoraste mucho y comías más que ninguna y te querías comer también mi cena, estabas muy delgadita y la mayor parte del tiempo te echabas a dormir enroscada sobre mi cama.

Te he dicho muchas veces que te quiero. Te he acariciado, he dormido la siesta con tu cuerpecillo pegado al mío. Me he emocionado muchas veces mirando la belleza de tu cara, tus ojos enormes, esa patita que era blanca.
Y aunque imagino cosas terribles, y sé que no vas a volver, sigo mirando la puerta y escuchando cada ruido por si anuncia que vuelves.

Desde que te fuiste han florecido los almendros, y el pruno. Pienso que te has convertido en una de esas florecitas blancas y delicadas. Me resisto a pensar que ya no eres nada.

Yo quería otro final. Hubiera querido mecerte en mis brazos, acariciarte y hablarte suavecito, ayudarte si es que finalmente tenías que irte.
Pero esto me ha cogido por sorpresa y me ha hecho daño.
Me faltas muchísimo huesitos, no te puedo olvidar.