miércoles, 29 de julio de 2009

Una golondrina

Ya estoy aquí otra vez. Estoy bien.

Para celebrarlo, os dejo un trocito de la historia de una amiga:

“Lo que más le gustaba de pequeña era leer y dibujar.

Soñaba con que sus padres le dejaran ir a la Escuela de Artes y Oficios, pero nunca lo hicieron. Quién sabe porqué.

Después, cuando consiguió aprobar el COU y la Selectividad se matriculó en la Facultad de Bellas Artes. Quizá fue la primera decisión firme de su vida, y como estaba tan segura, nadie se atrevió a llevarle la contraria. (La verdad es que es difícil llevarle la contraria porque es tremendamente cabezota)

Aprovechó mucho aquellos años y cuando terminó hizo el Doctorado porque tenía ganas de más. Tenía un estudio en Torrejón de Ardoz. Allí pintaba y hacia el amor con su novio. Buenos tiempos.

Pero ésta es una historia de vuelcos. Si te pica, te rascas. Si te caes, te levantas. Si te hundes, ponte a nadar.

Su padre tenía un negocio. Ella decidió ayudarle. Vendió su estudio y dejó de pintar, porque necesitaba aprender otras cosas y el tiempo y el dinero no daban mas de si.

Pasaron unos cuantos años. Las cosas no fueron bien en la empresa y tuvieron que cerrar. En aquella época ella trabajaba como profesora de informática y hacía diseño de páginas web. Trabajó para una empresa de Barcelona, hizo algunas cosas con Photoshop. Nada importante.

Después se casó. Trabajó en cosas variadas, porque necesitaban dinero para pagar la hipoteca. Trabajó como teleoperadora. Después como administrativo en una empresa de las grandes. Mucha responsabilidad, nada de creatividad, sueldo miserable.

Entonces, su padre murió. Su madre empezó a mostrar los síntomas mas preocupantes de la enfermedad de Alzheimer. Tuvo que dejar de trabajar, porque su madre no podía estar sola, ni de día ni de noche.

Y se fue con ella. Dejó su trabajo, su casa. Su vida. No fue un sacrificio aceptado libremente. No había mas remedio, no había otra opción. Rabia, frustración, miedo.
Se quedó embarazada después de muchos pinchazos de hormonas. Tuvo preeclampsia y perdió a su bebé. Le dijeron que ya no podría tener hijos nunca.

Pero era mentira. Hay otra forma, otro viaje: si te caes te levantas. Si te hundes, ponte a nadar. Una golondrina no deja nunca de aletear. Hay que terminar el viaje, llegar a casa. Y si está oscuro hay que poner mas fuerza.

Un día, creo que fue por su cumpleaños, M., que es muy listo, le regaló una cajita de acuarelas. Al abrir la tapa las pastillas de colores relucían. Era tan bonita que no se pudo resistir...

Empezó en la mesa de la cocina, en casa de su madre. Quitó todos los trastos de encima y llenó de agua una taza pequeña, de las de café. Lo primero que pintó fue una golondrina. Y después muchos pájaros. Luego hizo retratos de todos sus gatos. Y de su perro, que se tumbaba a su lado procurando tocarle los pies y no hacer ruido.
Hacer acuarelas exige concentración. No volverse loca también exige concentración. Objetivo cumplido todas las tardes de 4 a 9.

Conoció a R. y A. hace algunos años y se hicieron amigos. Amigos de los importantes. Ellos hacían grabados. Vieron las acuarelas que tenía y la animaron a exponer. Otro viaje más, esta vez muy bien acompañada.

Creo que hace poco ha vuelto a su casa. Esta retomando una vida feliz con M., que siempre estuvo a su lado, incluso cuando había luna nueva y no se veia el camino.

Quedamos de vez en cuando para charlar. Tiene algunas tristezas, pero también muchas ilusiones. Está embarazada: un embarazo del corazón que parece que no termina nunca.

Ahora está pintando, haciendo cosas nuevas. Y si se cae, sin duda se levantará, porque sabe que eso es lo que debe hacer.”

Este es su Blog, por si quereis echarle un vistazo. Sed benévolos, porque no es que sea una gran artista, es sólo una golondrina, pequeña y testaruda, pero le gusta mucho y se esfuerza.

aliciaiglesias.blogspot.com

martes, 7 de julio de 2009

En estos días...

En estos días
todo el viento del mundo
sopla en tu dirección
la Osa Mayor corrige la punta
de su cola y te corona
con la estrella que guía la mía.

Los mares se han torcido
con no poco dolor
hacia sus costas
la lluvia dibuja en tu cabeza
la sed de millones de árboles
las flores te maldicen muriendo
celosas.

En estos días
no sale el sol sino tu rostro
y en el silencio sordo del tiempo
gritan tus ojos.

¡Ay de estos días terribles!
¡Ay de lo indescriptible!

En estos días
no hay absolución posible
para el hombre
para el feroz, la fiera
que ruge y canta ciega
ese animal remoto
que devora y devora primaveras.

En estos días
no sale el sol sino tu rostro
y en el silencio
sordo del tiempo gritan tus ojos.

¡Ay de estos días terribles!
¡Ay del nombre que lleven!
¡Ay de cuantos se marchen!
¡Ay de cuantos se queden!
¡Ay de todas las cosas que hinchan este segundo!
Ay de estos días terribles asesinos del mundo.





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El Viernes pasado nos reunimos y estuvimos de fiesta, hasta las tres y media o cuatro de la mañana, como la mayoría de las veces.

Cenamos, hablamos y nos reímos. M. estrenó su guitarra nueva y estuvimos cantando. Estuvimos a gusto, los diez amigos que somos y nos reunimos siempre.

El Sábado sobre las nueve de la noche R. llamó desesperada: su marido A. se sentía enfermo.
Del ambulatorio al hospital. Y luego a otro hospital a Madrid. Al principio pensábamos que era un amago de infarto. Después vinieron las malas noticias. Se rompió la aorta por muchos sitios. Durante horas espesas y lentas intentaron salvarle y esperamos. A ratos con angustia y a ratos con esperanza. Esperamos y esperamos y llegó la mañana.

M. y yo bajamos muchas veces a la calle a fumar. En el cielo cientos y cientos de golondrinas volaban haciendo elipses perfectas sobre el hospital.

También las ví desde las ventanas de la 7ª planta: era un espectáculo un poco raro. Vuelan haciendo un itinerario que parece fijo, trazando círculos, sin tropezar jamás unas con otras. Cuando se acercan a las ventanas del hospital, se posan unos segundos sobre las persianas raídas, y se incorporan otra vez a la marea general. Es un poco hipnótico, como el mar.

Pensé que era una buena señal. Pero no.

A murió sobre las 12 de la mañana.

Me dijo una vez que se había leido mi blog de cabo a rabo. Dejó aquí algún comentario (papá de lua). Era una persona sana y bondadosa. Teníamos planes. Con R., su mujer, formaba Lua taller. Ellos hacían grabados y yo acuarelas. Sólo nos ha dado tiempo a exponer juntos dos veces. Hace poco fue su cumpleaños y le regalamos un objetivo nuevo para su cámara.

El objetivo se me ha quedado atragantado, y se me ha quedado en la garganta junto con nuestros planes para exponer, el guantanamera que cantabamos. El grabado de bambú y el de la mariquita que me regalaron hace poco. Los ojos de R. llenos de lágrimas. El parque de Monzón donde desayunamos aquella vez. Las clases de pintura china a las que iba desde el trabajo. Una iguana con nombre de luna portuguesa, pequeñita y delicada de cuidar. Incluso tengo una pista de padel entera ahí metida.
Se me ha hecho una bola que parece imposible de tragar.

Los ojos grandes de R., su cara suave agarrotada de tanta tristeza. Amiga de mi alma, tanto dolor y tanta pesadilla. No sé qué puedo hacer.


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Hay una pequeña mujer que me espera todos los dias en la residencia, de siete a ocho.
Ella no sabe que me espera, pero yo sí lo sé, así que voy todos los días con el corazón encogido. Mis manos se hacen enormes cuando cojo las suyas.

Hace mucho tiempo la pequeña era yo, y ella era grande. La reina de la porrusalda. La que me enseñó lo maravilloso que es leer y perderse en la imaginación. Se ha perdido en la suya.

Durante mucho tiempo he sentido rabia. Una ira que nunca supuse que pudiera esconderse dentro de mi.
Ya no. Sólo siento tristeza y ternura. Amor. Lo importante.


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Luna llena de Julio
no quiero verte como un agujero blanco
sobre fondo negro.
Como un manchurrón borroso que
no quiere decir nada.
Necesito magia
porque quiero soñar.
Soñar que los que quiero tanto
me están esperando.
Y que tengo tiempo
para hacer aquello por lo que estoy
aquí.
Por favor, ven esta noche,
recupera tu textura
tu resplandor.
Llévales mi mensaje:
esperaré lo que haga falta
el pasado, el presente
y el futuro se han fundido
y yo tengo que tener la sonrisa
y acumular alegría.
Porque la vamos a necesitar
y nada es por casualidad.
Luna llena de verdad
no te escondas, no me mientas.
Esta noche te estaré esperando
aquí abajo.


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Llevaba tiempo sin escribir nada. La verdad es que estaba pensando en cerrar el Blog. Pero me parece que al final no lo voy a hacer.

Empecé a escribir aqui para ayudar a que el tiempo pasara más deprisa mientras esperamos a nuestro hijo o hija.

Y sigo teniendo la misma ilusión, la misma esperanza que cuando comencé.

El caso es que tengo un problema que tengo que resolver. Es un problema de tristeza. Una obstrucción que hay que desatascar. No es nada extraño, a casi todo el mundo le pasa a veces. No somos una línea recta.

Lo conseguiré, como siempre. Con suerte en unos días estaré como nueva y seguiremos hablando. Con todo lo que hablo habitualmente, tampoco pasa nada porque esté unos dias calladita ¿no?

Un beso y un recuerdo para todos. Enseguida vuelvo.