jueves, 17 de febrero de 2011

Luna llena de Febrero



Desde hace más de cuatro años encendemos nuestra vela cada luna llena. No hemos faltado a nuestra cita ni una sola vez. Le he pedido que nos acerque a nuestro sueño, que lo haga realidad. Algunas veces contenta, otras veces triste. Siempre mis manos entre las manos de mi amor.

Hoy le pido a esta luna de Febrero ese momento de calma, de tranquilidad interior, que me permita ver si nuestro destino está por ese sendero que veo ahí por la derecha, un poco por encima del hombro de Miguel.

Es un caminillo verde, estrecho, lleno de sombras...pero cuando te asomas un poco (yo como soy muy curiosa me asomo mucho y meto la cabeza y todo) ves que al fondo hay una luz muy brillante…

Al principio no nos dimos cuenta de que existía ese camino. Hemos andado y andado, pasando una y otra vez por la entrada, mirando de reojo. Hemos visto a algunas personas que se metían en él. Y hemos visto como resplandecían a lo lejos, cuando llegaban a la luz del final.

Y claro, tenía que pasar.

Empiezas asomando las narices, te paras, intentas escuchar los sonidos que vienen del fondo de ese caminillo.
Escuchas risas cristalinas, de niños que están jugando. Niños perdidos que esperan sin saber lo que esperan. Niños que son, como todos los niños, inocentes, curiosos. Y escuchas voces de mamás y papás que les cuentan un cuento.

Disimulas, haces como que no va contigo, y al final, tienes unas ganas locas de meterte por ahí.
Es como un GPS que se te instala dentro de la cabeza y dice todo el rato: ¡gire a la derecha! ¡gire a la derecha!...

Da mucho miedo abandonar el camino grande, el conocido. Sé que el miedo no se irá si por fin decidimos adentrarnos. Nos acompañará todo el tiempo, como una sombra pesada y burlona, que te tira de la manga todo el rato, intenta taparte los ojos y te hace temblar.

Pero quiero llegar a esa luz, tan verde, tan brillante. Qué difícil es explicar lo que se siente. Porque quizá tú estás allí, esperándonos, necesitándonos sin saberlo. Tanto como nosotros a ti. Porque donde tú estás, está nuestra felicidad y nunca podremos renunciar a ti. Porque hay que sacudirse toda esta tristeza de todos estos años. Porque nuestro destino es tu sonrisa. Porque no sabemos cómo serás, pero sí sabemos que te amamos completamente. No podemos perdernos esto.

Luna llena, resplandece para nosotros. Hemos llegado a esta entrada, arrastrando amor, asustados, con los ojos muy abiertos y el corazón latiendo a mil por hora. Solo te pido un poco de luz, para que sea más fácil, para no tropezar.