lunes, 20 de abril de 2009

Lecturas

Leer es una de las cosas que más me gustan.

Aprendí a leer muy pronto. Escribir fue mucho más difícil y prueba de ello es la letra espantosa que hoy día sigo teniendo.

Cuando era muy pequeña tuve muchos problemas de salud. Era una niña introvertida, bastante tímida y que siempre estaba enferma. Miles de catarros, deshidratación cada dos por tres y sobre todo unas paperas infecciosas y un principio de meningitis que casi me llevan al otro barrio.
Como estaba muchas veces en la cama y me aburría, mi madre empezó a comprarme libros. Al principio eran cuentos: Peter Pan (y Wendy), La cabaña del tío Tom, Mujercitas, Genoveva de Bravante, el Corsario negro...

Luego, ya sembrada en mí la ansiedad de lectura, me cogía cualquier libro que hubiera por casa (y había miles, porque esto es hereditario por parte de madre), del tema que fuera y sin censura de ningún tipo. Algunos los entendía y otros no, pero ya tenía el vicio y no podia dejarlo. Y como dicen que leer es sano...

A saber en qué estaría pensando mi madre mientras tanto. Seguramente en la receta de la “porrusalda” que luego no nos comíamos (Puajj!), o en lo que estaba leyendo ella.

Mi padre, los Domingos, nos llevaba al kiosco y nos compraba tebeos (y recortables que me encantaban...pero eso es otra historia).

No se daba cuenta de que al mismo tiempo que leia Mortadelo y Filemón y Rue del Percebe, ya conocia el Ulises de James Joyce (por cierto no me gustó) y las obras completas de Pío Baroja (este sí).

Años después, en el colegio, estuve a punto de curarme para siempre. Creo que fué en E.G.B. (eso estudiábamos entonces)(o hacíamos como que estudiábamos):

Clase de literatura, 4 de la tarde, cuando empieza a entrar ese sueñecito siestero que casi te impide abrir los ojos, casi sorda......zzzzzzzzzzzz............

¡Y nos obligan a leer en voz alta “El Quijote”!. Y al Arcipreste de Hita en castellano antiguo. Y “La Celestina”, y “Calixto y Melibea”.....y luego en casa hay que hacer un resumen del capítulo.
En fin, esto es lo que hemos leido en el cole todos los niños de mi generación.

Lo de “El Quijote” es muy fuerte.

Soy plenamente consciente de que esto que voy a decir es una blasfemia imperdonable y una afrenta cultural de enorme magnitud, pero aquellas tardes de colegio, leyendo en voz alta por obligación, como un loro al que se le están acabando las pilas (de puro sueño), me hicieron aborrecer al ingenioso hidalgo de por vida.

Ya de mayor he intentado leerlo alguna vez (¡es el IV centenario y vivo en Castilla la Mancha!) y no he sido capaz. Se me cierran los ojos y me da angustia.
Supongo que esto es lo que llaman un “trauma cultural” o un comportamiento recesivo a mi adolescencia, que fue muy rebelde.

También es la razón por la que no me doy de alta en el “Círculo de Lectores” ni en ningún club de lectura ni Biblioteca. Es pura rebeldía.

Bueno, el caso es que después de aquello yo seguí leyendo a mi bola, casi todo lo que caia en mis manos. Y sigo así, y empeorando.

Me leo lo que pone por detrás del bote de champú. Leo los prospectos de los medicamentos (y luego no me atrevo a tomármelos).

Leo atentamente toda la propaganda que encuentro en mi buzón. Y algunas veces (pocas) hasta las cartas del Banco.

Leo el periódico (siempre lo empiezo por la última página. Es una manía más frecuente de lo que parece...)

Leo la revista “Pronto” y el “Qué me dices” y me entero de todas las cosas que no me interesan nada.

Algunas veces leo cosas en inglés o francés o sueco o japonés (instrucciones de aparatos electrónicos o de montaje de muebles y cosas así...) y lo que no entiendo me lo invento (para desesperación de algunos).

Leo novelas románticas. Leo sesudos tratados sobre pintura medieval. Leo libros de Stephen King y luego tengo pesadillas.

Leo a Alberto Vazquez Montalban (me suele gustar). Y a Eduardo Mendoza (lo último no me gustó). Leo a Paulo Coelho. Leo la guía Michelín. Leo a Amy Tan.

Leo cosas sobre OVNIS y extraterrestres buenos y malos. Leo (con curiosidad insana) un misal lleno de recordatorios de muertos que tiene mi tía en la mesilla de noche. Leo el Teletexto cuando me acuerdo de a qué botón del mando tengo que darle.

Y releo la notas de amor que M. y yo nos escribimos a veces.

Y leo vuestros Blogs con mucha atención (aunque no dejo en ellos todos los comentarios que debiera y que me gustaría porque a veces me da vergüenza ser pesada)

Y leo vuestros correos electrónicos y se me pone una sonrisa de oreja a oreja de pura felicidad porque alguien piensa en mi cuando escribe algo para que yo lo lea..

5 comentarios:

  1. A mi también me encanta leer, aunque ahora con Martín y las clases de chino tengo poco tiempo. (También leo de todo qunque no puedo con el Quijote y no conseguí pasar del primer capítulo del Péndulo de Foucault de Umberto Eco):)

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  2. Gracias por leer en mi blog, y ahora lo que más leo y con pasión es cuando llegan las asignaciones de la Xina Capuxina.

    Alicia, mami de Beatriz y Lúa Shu

    juntas desde agosto de 2005

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  3. Pues yo leo con pasión...
    tu blog, ¡hermana querida! Y siempre me emociono, pa que lo sepas.

    Un beso.

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  4. Pues una sonrisa de oreja a oreja para las tres. ¡qué contenta me pongo cuando alguien pone un comentario!
    Gracias :D

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  5. Yo también deboro todo lo que cae en mis manos, hasta las etiquetas de los champus, jajaja, pero ahora lo que me encanta leer son los blogs de los papis que esperan como nosotros...no sabes cuanto me gusta...me siento muy acompañada en este camino que no es de rosas precisamente.
    Un beso y sigue leyendome ok? Muac.

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